jueves, 24 de mayo de 2012

EL BUEN VIVIR

América Latina, a partir de una renovada crítica al desarrollo convencional, se encuentra en un proceso de reencuentro con sus orígenes. Por un lado, se mantiene y recupera una tradición histórica de críticas y cuestionamientos que fueron elaborados y presentados desde esta región hace mucho tiempo atrás, pero que quedaron rezagados y amenazados por el olvido. Por otro lado, afloran otras concepciones, sobre todo originarias de los pueblos y nacionalidades ancestrales del Abya Yala, así como también provenientes de otras regiones de la Tierra.
Sus expresiones más conocidas nos remiten a las constituciones de Ecuador y Bolivia: el Buen Vivir o sumak kawsay (en kichwa), el Vivir Bien o suma qamaña (en aymara) y también sumak kawsay (en quechua). A más de estas visiones hay otras aproximaciones a pensamientos filosóficos de alguna manera emparentados con la búsqueda del Buen Vivir desde visiones filosóficas incluyentes en diversas partes del planeta. El sumak kawsay, en tanto cultura de la vida, aun con diversos nombres y variedades, ha sido conocido y practicado en diferentes períodos en las diferentes regiones de la Madre Tierra: incluso se podrían rescatar elementos de la “vida buena” de Aristóteles. El Buen Vivir, por tanto, no es ninguna originalidad ni novelería de los procesos políticos de comienzos del siglo XXI en los países andinos. El Buen Vivir forma parte de una larga búsqueda de alternativas de vida fraguadas al calor de las luchas de la Humanidad por la emancipación y la vida.
Con su postulación de armonía con la Naturaleza, con su oposición al concepto de acumulación perpetua, con su regreso a valores de uso, el Buen Vivir, en tanto propuesta abierta y en construcción, abre las puertas a formulaciones y visiones alternativas de vida. El Buen Vivir, en suma, propone un cambio civilizatorio.
 
 

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